El alma




El alma es un tema tan amplio como ambiguo y complejo a la vez a lo largo de la historia. Por tal motivo sólo se presentan algunas referencias.

El alma en los poemas homéricos [Alma = soplo de vida]

En la Ilíada el término alma [Ψυχή] aparece 33 veces y en la Odisea 48 veces. En estos poemas homéricos también aparece la palabra cuerpo [σῶμα] = cadáver; para Platón significa cuerpo.

La Ilíada V: 696-698 afirma: τὸν δ’ἔλιπε ψυχή, κατὰ δ’ὀφθαλμῶν κέχυτ’ ἀχλύς· αὖτις δ’ἐμπνύνθη, περὶ δὲ πνοιὴ Βορέαο ζώγρει ἐπιπνείουσα κακῶς κεκαφηότα θυμόν. (Lo abandonó el alma y la niebla se difundió sobre sus ojos; pero nuevamente respiró y el impulso de Bóreas con su soplo reavivó lo emocional que malamente se extinguía). 

Bóreas con su soplo hace posible que el síncope recupere el alma nuevamente y vuelva a respirar. De hecho, el alma se relaciona con un soplo, la respiración, el humo o el viento, algo inmaterial que tiene la capacidad de volar. No obstante, este caso del síncope es excepcional porque el alma [Ψυχή] con la muerte desciende al Hades de donde es imposible retornar: ψυχὴ δ’ἐκ ῥεθέων πταμένη Ἄϊδος δὲ βεβήκει  (El alma salió volando de sus miembros y marchó al Hades)[1].


El alma en los misterios órficos [Alma = inmortal]

A diferencia de Homero para quien el cuerpo es lo que da identidad al hombre, para el orfismo el cuerpo es un mero ropaje, prisión o tumba. Para Homero, el alma desaparece fácilmente, pero para los órficos el alma es lo esencial, lo que siempre se debe cuidar. Estos creen en la inmortalidad del alma y aseguran su transmigración (metemsicosis) o reencarnación para purificar las culpas de sus vidas pasadas.


El alma en Platón [Alma = movimiento = vida]

Platón es el primero en platear una teoría orgánica del alma, particularmente en el diálogo El Fedro (370 a.C.), donde sostiene la inmortalidad del alma, basado en la idea que el alma es origen o principio del movimiento, es decir que, es el origen de la vida (principio vital) y sin ella no es posible la vida. Tiene la capacidad de moverse a sí misma sin ayuda externa:

Toda alma es inmortal. Pues aquello que está siempre en movimiento es inmortal. Todo aquello que mueve a otra cosa siendo, a su vez, movido por otra cosa, cuando cesa su movimiento, cesa también su vida. Sólo aquello que se mueve a sí mismo, al no fallar nunca, tampoco cesa nunca de moverse, sino que es la fuente y principio del movimiento para todas las otras cosas que mueve. Pues el principio nunca comenzó a existir. Y todo lo que comienza a existir nace a partir del principio, mientras que el principio mismo no procede de nada. Pues si el principio proviniera de alguna otra cosa, dejaría de ser principio. Y puesto que no comenzó, tampoco será destruido. Pues si el primer principio fuera destruido, no podría ya originarse partir de ninguna otra cosa, ni ninguna otra cosa podría originarse a partir de él, dado que todas las cosas se originan a partir de un primer principio. Así, pues, el primer principio del movimiento es aquello que se mueve a sí mismo[2].


Luego Platón dirá que el alma es tripartita en el mito del auriga:

El alma es como un carro de caballos alados y un auriga que forman una unidad. Ahora bien: los caballos y aurigas de las almas de los dioses son todos buenos y de excelente linaje; los de las otras almas, sin embargo, son mezclados. Nuestro auriga gobierna a la pareja que conduce; uno de sus caballos es bello y bueno y de padres semejantes, el otro es lo contrario en ambos aspectos. De ahí que la conducción nos resulte dura y dificultosa[3].

 El auriga representa la parte racional del alma, encargada de dirigir el conjunto hacia sus fines. El caballo bello y bueno representa las tendencias nobles, y el otro caballo, todo lo contrario.


El alma en Aristóteles [Alma = principio vital, forma]

Aristóteles asume que el alma existe y se dedica a explicar su naturaleza no desde una perspectiva religiosa sino estrictamente naturalista. Él piensa que si hay seres vivientes y no-vivientes lo que los diferencia es lo que él denomina alma [Ψυχή].

Resulta, sin duda, necesario establecer en primer lugar a qué género pertenece y qué es el alma -quiero decir, si se trata de una realidad individual, de una entidad o si, al contrario, es cualidad, cantidad o cualquier otra de las categorías que hemos distinguido y en segundo lugar, si se encuentra entre los seres en potencia o más bien constituye una cierta entelequia. La diferencia no es, desde luego, desdeñable[4].

A diferencia de Platón que concebía al hombre como el resultado de una unión accidental entre el alma y el cuerpo como si fuesen dos entidades de naturaleza diferente obligadas a convivir provisionalmente, Aristóteles considera que no es posible la convivencia de dos entidades que se separan con la muerte, pues esto implica un cuerpo corruptible y un alma inmortal. En este sentido ser principio de movimiento no significa ser movimiento o que se mueva a sí misma como creía Platón. 

Aristóteles afirma que el hombre es una sustancia compuesta de materia y forma siendo el cuerpo la materia y el alma su forma. Esta unión ya no es accidental como en Platón, sino que es una unidad sustancial.

Todos los seres vivos tienen alma que no es inmortal sino vegetativa, sensitiva o racional. Las formas no subsisten separadas de la materia. Cuando el hombre muere se produce un cambio sustancial, pierde una forma y adquiere otra, pierde la forma de ser vivo y adquiere la forma de cadáver o inanimado.


Alma en el cristianismo [Alma espiritual]

El cristianismo recibe la influencia de Platón a través de San Agustín y la influencia Aristotélica por parte de Santo Tomás de Aquino. Por tanto, defiende la unidad de la naturaleza humana compuesta por un cuerpo material y un alma espiritual. Esto hace al ser humano corporal y espiritual al mismo tiempo. El alma no es sólo principio vital a nivel biológico (Βίος), sino que es también principio vital a nivel espiritual (Ζοή). Y el cuerpo y el alma están profundamente unidos e integrados en el ser humano, tal como lo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza”[5].

Sin embargo, el alma espiritual al ser creada directamente por Dios[6] no es “producida” por los padres. Además, no perece, es inmortal[7]. Esto admite la separación del cuerpo en la muerte para volver a unirse a él de nuevo en la resurrección final.


Nuevos horizontes

Según el Diccionario José Ferrater Mora (Buenos Aires) sobre el vocablo “alma” afirma que ha sido usado de nuevo por varios autores contemporáneos (Jaspers, Scheler, Ortega y Gasset, F. Noltenius, etc.) en un sentido algo distinto de cualquiera de los tradicionales. Tales autores han distinguido entre la vida, el alma y el espíritu, y especialmente entre el alma y el espíritu. Mientras el alma es concebida como la “sede” de los actos emotivos, de los afectos, sentimientos, etc., el espíritu es definido como la “sede” de ciertos actos “racionales” (actos por medio de los cuales se formulan juicios objetivos o pretendidamente objetivos). El alma es, según ello, subjetividad, en tanto que el espíritu es objetividad. El alma es inmanencia, mientras que el espíritu es trascendencia.


[1] Homero, Ilíada XVI: 856; XXII: 362.

[2] Platón, Fedro, 245c.

[3] Platón, Fedro, 246a.

[4] Aristóteles, Acerca del alma, 1, 1, 402a23-27

[5] CCE 365.

[6] Cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8.

[7] Cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440


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