La transición de los mitos a la filosofía (del mito al logos) ocurrió entre los siglos IX y IV a.C., en Grecia donde sus formas de vida prepararon esta transición, o sea, el nacimiento de la filosofía. Para ello confluyeron varios elementos(Reale et al., 2010, pp. 18-19):
a) La poesía (Homero y los líricos) anticipó el gusto por la armonía y un modo particular de dar explicaciones remontándose a las causas, así fuese a nivel fantástico y poético. Por ejemplo, la Teogonía de Esíodo abrió el camino a la cosmología.
b) La religión, libre de dogmas, sin sacerdotes custodios de los mismos, ni textos sagrados revelados permitió la tolerancia religiosa y la libertad de expresión.
c) En la política empezó a primar la fuerza persuasiva de la palabra y de los argumentos. En las asambleas políticas y en los tribunales los ciudadanos empezaron a participar en las discusiones y en las deliberaciones originando así la democracia.
d) Las condiciones socioeconómicas como cierto bienestar y una notable libertad política favorecieron el sentido de pertenencia a la polis (ciudad-estado) donde vivieron siendo ciudadanos que gozaban de gran libertad.
Adicionalmente, la prosperidad económica abrió la posibilidad de dedicar la vida al pensamiento y el ambiente migratorio favoreció el intercambio cultural, de pensamiento e ideas.
En otras palabras, “si la verdad sobre el mundo, los dioses, la naturaleza, la vida humana, la justicia, hubiese estado codificada e impuesta por la autoridad del poder o de una tradición inmutable, no se habría dado el cuestionamiento filosófico”(Vegetti et al., 2016, p. 37).
Sin embargo, es necesario tener muy presente que “mito y logos coexistieron […] en todos los siglos de la antigüedad greco-romana”(Hesiod & Cassanmagnago, 2009, p. 29).
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