7. La Religión


 La filosofía desde sus orígenes se ha interesado por el ámbito religioso queriendo indagar las características y el contenido de verdad. También la teología tiene como objeto específico el estudio de la religión la divinidad; en particular, en ámbito cristiano, se pone como objetivo indagar el fundamento, esto es la Revelación que Dios ha hecho de sí a los hombres. La relación entre estas dos disciplinas, inicialmente englobadas en una única forma de saber, ha asumido, en el curso de la historia, varias modalidades, a veces de contraposición, a veces de condicionamiento recíproco.

¿Qué es la religión?

Por religión se entiende un conjunto de creencias y de actos de culto que expresan la relación del hombre con lo divino. Más específicamente la religión es una relación instituida entre una diferencia radical, un enlace dinámico que orienta la experiencia y el sentido de la existencia humana. En la esfera religiosa toman forma dos actitudes: una actitud interior o privada, relativa a la creencia en la salvación, que confluye en la religión natural; una actitud pública e institucionalizada, en la que convergen todos los actos y prácticas de culto, objetivas y públicas, que dan vida a la religión positiva.

La filosofía y la religión

La filosofía, en el curso de su historia, siempre ha afrontado el problema del significado y el valor de verdad de la religión, buscando en particular, demostrar racionalmente la existencia de la divinidad y mostrar las características y las funciones en relación con el hombre y el mundo. La búsqueda filosófica, de hecho, nace como interpretación y codificación de las verdades contenidas en los mitos religiosos. Pero desde 1793, año de publicación de la Obra de Kant "La religión en los límites de la pura razón" se puede considerar con propiedad el nacimiento de la filosofía de la religión. En general, las diversas interpretaciones filosóficas del fenómeno religioso antes y después del nacimiento de la filosofía de la religión han sido elaboradas esencialmente sobre la base del origen de la religión y su función.

El problema del origen de la religión se define con base al tipo de validez reconocida a la religión; hay dos parámetros principales: el origen por revelación divina y el origen humano.

1) El origen divino: es el reconocimiento del valor absoluto de la religión interpretada como revelación (esta tesis es sostenida entre otros por G.W.F. Hegel, F. Schleiermacher, H. Bergson).

2) El origen humano: corresponde a la negación de cualquier valor intrínseco de la religión, considerada simplemente como fruto del espíritu humano, codificado en la sociedad y en el tiempo, para apaciguar necesidades de conocimiento (Epicúreos) o necesidades prácticas, ligadas al sentido de precariedad e incerteza frente al futuro, a las experiencias del dolor y de la muerte (T. Hobbes, D. Hume, Voltaire, J. Dewey, R. Otto, S. Freud e gli antropologi W. Robertson Smith, J.G. Frazer, B. Malinowski).

Una variante de esta tesis es aquella que individua un origen político del fenómeno religioso leído como una forma de prevaricación de las clases dominantes sobre las débiles (el primero en elaborarla fue el sofista Critias, uno de los 30 tiranos de Atenas, luego se retoma por el iluminismo, el marxismo y F. Nietzsche).

La función de la religión se ha entendido según tres modalidades principales: social, de veracidad y moral.

1) La función social: interpreta la religión como una forma de integración y de reforzamiento de los vínculos sociales (E. Durkheim y A.R. Radcliffe-Brown).

2) La función de veracidad: el objeto específico de la religión es la verdad, y por consiguiente, una función análoga es aquella de la filosofía. Esta correlación ha sido entendida por algunos pensadores como una superioridad de la religión respecto a la filosofía, ya que tendría en sí la garantía de las propias revelaciones (J.G. Hamann, J.G. Herder, F.H. Jacobi); otros la han entendido en el sentido de inferioridad porque la religión y la filosofía tienen identidad de objeto pero diferencias formales en el modo de representarlo: la religión expresa en modo directo y sentimental lo que la filosofía expone de manera reflexiva y conceptual (Hegel, G. Gentile).

3) La función moral: la religión es vista sustancialmente como moralidad, cuyo propósito principal es ofrecer un fundamento absoluto e incontrovertible a los valores y a las leyes morales sobre las cuales está fundada la vida asociada (Kant)

La filosofía y la teología

En un sentido general, se entiende por teología el complejo de conocimientos, o aún mejor, la ciencia que tiene como objeto la divinidad o los dioses, la religión, el culto y los mitos. En un sentido más estricto, en relación con la tradición cristiana, el término indica el saber especulativo y el sistema doctrinal en orden al misterio de Dios, al dato revelado y en general a las verdades de la fe.

En la Grecia clásica la teología (tratado o estudio acerca de Dios) se contrapone a la filosofía porque designa el estadio mitológico precedente al saber científico. 

En La República Platón le reconoce a la teología un valor pedagógico: los mitos, las leyendas y las historias de los dioses encierran de forma intuitiva y narrativa las verdades que la filosofía tiene la tarea de interpretar críticamente. En cambio para Aristóteles, la teología coincide con la "ciencia prima", es decir, con la metafísica porque se ocupa del ser en cuanto ser y de las sustancias inmóviles y eternas, o sea de Dios. En el ámbito cristiano Clemente de Alejandría inaugura el uso del término como "doctrina de la fe", contrapuesta a la mitología, pero, ni para los padres de la Iglesia ni para el comienzo de la filosofía medieval existe una distinción entre teología y filosofía.

En el siglo XII Abelardo es el primer autor en llevar a cabo la transición a una teología como "ciencia". La teología de la escolástica reivindica no solamente un carácter sistemático y un estatuto científico, sino también un rol hegemónico en el escenario de las ciencias. A la base de la Suma Teológica esta se establece un vínculo entre la fe y la razón con diversos acentos según las escuelas: unas en forma dialógica (tendencia dominica) que se refieren principalmente a Aristóteles y Santo Tomás de Aquino; las otras de forma más conflictiva (tendencia agustiniana) y misticismo marcado, que culmina en el pensamiento de Buenaventura de Fidanza y Duns Scoto.

La aspiración luterana de proclamar la fe pura y no contaminada por especulaciones abstractas produce la separación entre filosofía y teología. En ámbito católico el impulso del Concilio de Trento como reacción al protestantismo y a un nuevo disciplinamiento de la vida eclesiástica están a la base del desarrollo de una teología controversial de tipo positivo, es decir, con el fin de establecer la verdadera doctrina revelada contenida en la Biblia independientemente del aspecto especulativo y racional, que tiene valor solo en relación al dato revelado.

En los siglos XVIII y XIX se asiste a la crítica iluminista, materialista e inmanente del fenómeno religioso, pero también a su revaloración por parte del romanticismo y del historicismo. En ámbito teológico, protestante y católico se impone la compleja cuestión de superar la fractura entre cristianismo y cultura moderna desde autores como F.D.E. Schleiermacher, H.J. Newman, A. Rosmini y corrientes como el protestantismo liberal y el modernismo. La tarea consiste en recuperar la centralidad de la Revelación de Dios en Jesucristo, propugnada en modo magistral por el teólogo protestante K. Barth y relanzada en ámbito católico por el Concilio Vaticano II

En el siglo XX más allá de la respuesta filosófica del fenómeno religioso sometido a lectura crítica para desenmascarar la naturaleza desconcertante de K. Marx, F. Nietzsche y S. Freud, se asiste a su rehabilitación en virtud del rol desarrollado en la construcción social (E. Durkheim, M. Mauss, R. Girard, la escuela de Frankfurt)
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